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Más de un siglo separan las trayectorias de Ismael Smith i Marí (Barcelona, 1886 - Nueva York, 1972) y Sebas Martín (Barcelona, 1961). El mismo escenario, Barcelona, y en ambos casos una producción creativa libre, en la cual el erotismo tiene un papel fundamental y es imposible separar la obra del personaje. Un contenedor relativamente pequeño, una sonrisa inteligente y provocadora y unos orígenes judíos no son, entonces, los únicos paralelismos que podemos encontrar entre los dos artistas. 

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La ilustración narrativa es probablemente uno de los géneros artísticos más vinculados a la modernidad, al espíritu crítico, y en un campo abonado para la libertad de expresión, la sátira mordaz, el erotismo y tantos otros aspectos de la vida, que, así mismo, era necesario pasar previamente por el tamiz para poder asomar la cabeza tímidamente en el llamado «arte oficial». El «pequeño y querido escultor novecentista», tal y como lo nombró Eugeni d'Ors, publicó sus ilustraciones expresivas y elegantes, ambiguas y críticas en Papitu, Cu-Cut!, la Equella de la Torratxa o Foyer, entre otras. Sebas Martín lo ha hecho en El Observador, Nois, Zero, Shangay, GB Magazine, Destinos o Toyland y a través de las editoriales La Cúpula, Egales y Cal·lígraf ha puesto en el mercado más de una docena de novelas gráficas. 

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Ismael Smith i Marí fue uno de los artistas mas prometedores del último modernismo, y un espíritu rebelde. Pero fue precisamente esto lo que hizo que lo etiquetaran rápidamente al margen del orden establecido. A pesar de la relativa libertad que había en la Barcelona previa a la Dictadura, Smith ya fue objeto de burla y escarnio de la sociedad de su tiempo: su obra era indisoluble del personaje libre y divergente, de su orientación sexual. Y si la Barcelona y el París de la época fueron el campo de pruebas, Nueva York supuso la liberación, y es en esta etapa en la que aparecen los desnudos masculinos con el sexo erecto, sin miramientos. Unas obras que debían servir de escusa perfecta para su internamiento en el sanatorio psiquiátrico de White Plains. 

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Y es precisamente en el contexto del cómic dónde, con referentes como Nazario, y a partir de los años 90, el homoerotismo se abre camino. Paralelamente, en la ciudad de Barcelona se ha consolidad como referente de la libertad de género y identidades sexuales. La misma ciudad que vio crecer y huir a Smith, sirve de inspiración a Sebas Martín en sus novelas gráficas, con tramas que se adentran en los tópicos del ambiente, con hombres musculados y huesos voluminosos, con todo lujo de detalles, pero dónde las miserias y la cotidianidad van aflorando para mostrarnos la absoluta normalidad que esconde el mito gay. Y es en este contexto de reivindicación y lucha, que Sebas Martín rinde homenaje a uno de los primeros referentes de la cultura queer catalana, que, des de su dandismo, se avanzó décadas al homoerotismo del underground, que se transvestía y, en su sofisticación y exceso, prefiguraba el movimiento drag. 

 

Sebas Martín vuelve al lápiz y la tinta sobre papel con un dibujo preciso que quiere reflejarse en las obras de Ismael Smith. Toda una vida sintetizada en un cómic que quiere hablar de una época prometedora y de unas personas que vieron su vida truncada por las olas reaccionarias del siglo xx. Ojalá que este cómic sea tan solo el primero de un proceso de recuperación de tantas personas que abrieron armarios y puertas, en muchos casos pagando muy caro el ejercicio de la libertad. 

Txema Romero

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